Cinco minutos al día



CINCO MINUTOS AL DÍA

Debo reconocer que sin tenerte aquí conmigo viviría
tratando de mantenerme a flote en un océano de legañas,
sería solo dos manos corriendo una cortina y elevaría
una plegaria muda en una atalaya tras las montañas.

Una bolsa de miserias retratando la mala suerte,
un terrier en busca de una falda a donde saltar,
la birome de un analfabeto,resumible en un disidente
esperando una boca para poder debatir y besar.

Fuera injusto no decir que mañana solamente sería un martes
aguardando un miércoles de ceniza en coma
si al salir de mi trabajo yo no fuera a rescatarte
de la monotonía del tuyo mientras la luna se asoma.

Pero me faltaría honestidad conmigo mismo
si no resumo también mis momentos frente al abismo:

Cinco minutos al día te echaría a patadas de mí vida,
aplicaría derecho de admisión a cada cosa que quieras comentar,
Cinco minutos al día son eternos cuando por cada puerta entra una herida
y el feeling se quema en la hoguera junto al razonar.
Cinco minutos al día le daría el más vigoroso empujón
a todo lo que has traído y yo mismo te ayudaría a empacar,
sin encontrarle cura a ésta epidemia,sin querer Extremaunción,
porque no moriría sino que renacería cuando acabaras de marchar.

Has eliminado para mi bien aquellas sombras del pasado
que practicaban magia vudú con mí conciencia,
has expulsado a los mercaderes que me habrían estafado,
has hecho por mí en meses más que diez años de beneficencia.

Lograste que fuera un hombre lo que ayer en el espejo era una caricatura,
aprendí que las lágrimas no se secan con pañuelos sino con felicidad,
que los excesos no son tales pues no exceden tú hermosura,
y que las discusiones no se arreglan repartiendo culpabilidad.

Comprendí que no necesito ser un mentado Romeo,
que ambos somos reales y no personajes de ficción,
y que lo que nos pasa es en serio y que los rodeos
al expresarnos son porque el alma no tiene buena dicción.

Ahora,si ésta hoja oficia de confesionario,
reconozco que hay temores asomando desde el armario:

Cinco minutos al día me siento Lot ignorando el futuro de Sodoma,
un puercoespín pinchando la piñata de tú festejo,
cinco minutos al día veo la vida que se desploma
para quedarse dormida tras arrancarme el pellejo.
cinco minutos al día soy cómplice y testigo ocular,
me siento en el zócalo de un piso de subsuelos,
soy tan sordo que mí ceguera me impide caminar,
construyo el ataúd donde yo mismo me velo.

Aunque gracias a Diós el día es un poco más extenso
y puedo amordazar cualquier grito de despedida,
porque a trescientos segundos de malestar cualquiera es propenso,
tras lo cual a los reproches les quito el cartel de bienvenida.
El resto de la jornada soy astronauta a la espera
de una pista para aterrizar hasta que me entero
que hay un cuerpo que aparte de contenerme es una caldera
que en vez de enumerar errores propone empezar de cero.

Sí el vivir fueran esos instantes en que las palabras son impotentes,
yo creo que con lo rico que es el amor seríamos todos indigentes.


Mariano

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