Compro, luego existo


COMPRO, LUEGO EXISTO

El 14 de febrero me enamoro del ramo más grande de rosas rojas,
de chocolates en una oferta cada año menos generosa con mi bolsillo,
me seduce el romanticismo de una góndola indicándome como amar,
de los carteles de los shopping, vendiendo besos en luces infrarrojas,
del licor más caro, ¿O es mejor champagne? ...Dudo, pero un lazarillo
comercial orienta mi ceguera romántica quitándome la billetera para que me amen más.

El 14 de febrero vuelven a la vida los ositos de peluche, con su mirada
indiferente ante la ley tácita del "gaste ahora o sufra para siempre";
mientras me rindo al precio de la cuenta en el restaurante más caro,
de la figura de Cupido disparando su flecha en la dirección equivocada,
me enamoro de joyas, de ropa de marca, de todo aquello que por valor demuestre
mi eterna fidelidad a las efemérides de los Caínes de la moda del descaro.

Le declaro mi amor a las tarjetas con errores de ortografía personalizados,
y al tiempo que la de crédito se suicida una vez más, un nuevo universo
me susurra opciones: cojines, joyeros, puzzles, carteras y hasta rompecabezas,
bolsos de mano, almohadas; compro, luego existo, es una inversión estar enamorado,
la opción del spa resulta atractiva, un gasto más, pero es el antepenúltimo esfuerzo,
se que al dar vuelta la esquina una nueva avalancha de locales pondrá precio a mi cabeza.

No se como explicar la pasión con la que las cosas materiales se despiertan
las jornadas como hoy, ni como resumir que a quien suelo amar me tiene solo para
ella el resto del año, es que el 14 de febrero ando como alma en pena enamorado del comercio...

Mariano

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