
TU BIBLIA Y MI CALEFÓN
Nunca fui el más ni el menos creyente,
ni el mayor ateo ni un fanático religioso,
pero la vida te enfrenta a ciertas cosas
que en un momento modifican tu presente,
y aquel instante que se vaticina odioso
termina siendo una situación curiosa.
Un martes a la tarde en que tenía franco,
como se venía pronto el brutal invierno,
me puse a tratar de arreglar mi calefón,
siempre con la velocidad de fila de banco
en jornada de cobro, revisando un cuaderno
de apuntes viejo a ver si incluía una solución.
De repente y cuando preparaba el mate,
tocan el timbre con un cierto vigor,
me acerco preguntándome quien será.
Me quedé como si estaría recibiendo un cate,
mientras escuchaba un "disculpe, señor,
traigo el mensaje de Dios, ¿Puedo pasar?
Era imposible decirle no a sus labios,
casi criminal negar algo que ella pidiera,
que dama, señores, ¿!Y con una Biblia!?,
reconozco que quien la envió es un sabio,
su real belleza resume la de las sirenas
de los cuentos de la infancia en familia.
Le digo adelante aún medio embobado,
me empezó a contar que fue enviada
por la Parroquia de acá a la vuelta,
y yo escuchando entre tonto y excitado;
un exorcismo para esa pollera que está endiablada,
ella me hablaba y yo no me daba cuenta.
Unos veinte minutos parloteó sin freno,
no para convencerme sino para invitarme
si deseaba ir a las misas dominicales,
yo le contesté imaginando sus senos
en mi propia cama, y a punto de sonrojarme
creo que el sí lo dieron mis genitales.
Me dije mientras se marchaba con aires de diva,
si empiezo a ir a la Iglesia ella va estar,
puedo así quizá chamuyarla, ¿Qué puedo perder?.
Espero que mi mirada no fuera muy lasciva,
tampoco quiero que empiece a sospechar,
me sentaré bien adelante para hacerme ver.
En efecto allí estuve el domingo a la mañana,
ella era una de las voces del sacro coro,
su tono de ángel era un revolver en el corazón.
Me aguanté una hora a pesar de que por la ventana
entraban los gritos de un inquieto loro,
pero por tremenda mina evito cualquier acción.
Y así fui haciéndome conocido de Viviana,
tal el nombre de esa escultura en forma de mujer,
supe que era secretaria en el seminario
que está de mi trabajo a unas 6 manzanas,
y también con alguna excusa logré aparecer
en oportunidades por aquel vecindario.
...
Ya han pasado ocho años que no la veo y cada
noche me pregunto que lengua la recorrerá,
y en cada Bautismo que celebro no hago más
que pensar que son los hijos que con esa hada
debería haber tenido sin mi voto de castidad,
solo se que es misionera hace tiempo en La Paz.
Pero lo que más raro me resulta y aún no entiendo
como es que por buscarla a ella terminé siendo
sacerdote y confesando a amantes que me cuentan
lo fantástico del mundo donde la pasión no se fermenta...
Y hoy que solo saco mi miembro cuando me urge orinar,
recuerdo que a aquel viejo calefón jamás lo pude arreglar...
Mariano
1 Amigos que han dejado su opinión::
EZEQUIEL!!!! QUE LINDOOOO!!!
BESOS MUCHOS!!!
BEL
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