
VA A APARECER SIMÓN
Mi abuela siempre decía cuando me negaba
a tomar la sopa,mirá nene que va a aparecer
Simón y te va a llevar,por lo cual tomaba
intentando que las gotas no llegaran a caer.
Con el tiempo comencé a sospechar que esos ruidos
que escuchaba en el armario eran obra de él,
que había asentado en mi habitación su nido
y la madrugada me encontraba blanco como papel.
A mis cinco años ingresé al jardín de infantes
con el pánico de que esa alma vil e impune,
vagara errante entre los vivos,que ignorantes
de sus fechorías continuaban sus actividades comunes.
Y cuando a regañadientes y a escondidas
toqué el tema con mis otros compañeros,
descubrí que esa alimaña enceguecida
de rencor también había sido tormenta en su aguacero.
Y fue pasando el tiempo con su omnipresencia,
escondido entre mis botas,en el retrete,
imaginaba su feo rostro con insistencia
irrumpiendo y destrozando mis juguetes.
Mis inviernos llegaron a los dos dígitos,
cuando mí tía regañó con amenazas en la cena
a mi prima que consiguió de modo ilícito
un caramelo escondido en la alacena.
Y volví a escuchar su nombre cual blasfemia,
llave a la oscuridad,a los flagelos,
a un mundo de sarpullidos y pandemias,
de paraísos cercenados por el desconsuelo.
Otra vez tan cercano a mi despacho,
el miedo es un cebú difícil para educar,
cualquier torero se iría a los tachos
contra esos cuernos que hasta debía afilar.
Y así pasaron los años,jamás por suerte
conocí a ese insolente,ese pañuelo rotoso
de nuestra libertad,ese atentado a la gente,
ojalá ese gusano esté dentro de un pozo.
Hasta que un día,ya casado y con hijos
que mantener reuní fuerza y dignidad,
marqué el número para finalizar el acertijo,
mamá,dije,te ruego que me digas la verdad.
Cuéntame quien era ese Simón al que todos
alguna vez hemos temido y ha mortificado
nuestras noches tocándonos el codo
y logrando mantenernos desvelados.
Al principio se negaba a responderme,
diciendo que era mejor no conocerlo,
"Pero antes vos deberás prometerme
que jamás vos a ésto habrás de hacerlo".
Realizado el trato me contó ante mi sorpresa
que el tal Simón ayudaba sin parar
en el asilo aliviando las tristezas
a los ancianos;corría por los enfermos sin dudar.
Donaba sangre,los llevaba al hospital,
colaboraba con los pobres de la calle,
prestaba su casa a las afectados por un temporal,
y así tantos otros similares detalles.
Donaba libros a todas las bibliotecas,
creó un hogar para perros abandonados,
gestionó para quien deseara becas,
y por todo ello no aceptó un solo centavo.
Pero esa biografía aterradora no me impide ser feliz,
hice lo contrario a esa vida llena de horrores,
así llegué a político y hoy presido mi país,
junto a otros temerosos de Simón...Se llaman gobernadores...
Mariano
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